Por
Iris Angulo
Quitarse el miedo y poner a prueba la creatividad
es algo que aprendí con el concurso Concepts in color de Sherwin Williams. Este concurso, cuya
primera edición fue en el 2013, consistió en que personas mayores de 18 años
crearan un producto nuevo, estos podían ser mobiliarios, luminarias o algún
accesorio.
Como en todo concurso, había ciertas
pautas a seguir. La más interesante de estas era basar nuestro diseño en alguna
técnica fotográfica: vintage, macro,
HDR o blanco y negro. En mi caso elegí HDR. La elegí al azar… porque, acá en
secreto, ni siquiera sabía en qué consistía. Sin embargo, con un poco de investigación me
di cuenta que es una técnica fotográfica fascinante. Para ilustrarnos: HDR significa
High Dynamic Range Imaging y “es una
técnica para procesar imágenes que busca abarcar el mayor rango de niveles de
exposición en todas las zonas. Esto se consigue mediante la mezcla de varias
fotos de la misma imagen con diferentes exposiciones”.
Al ya
tener la técnica en que me basaría, comencé a bocetar ideas para una luminaria.
Entre tanto dibujo encontré “el perfecto” que se relacionaba con mi inspiración.
Posteriormente realicé un “racional” (este consiste en una simplificación del
dibujo inicial, como un boceto depurado); el cual explicaba mi concepto en que
me había basado y todas mis ideas relacionadas a la luminaria. Todo esto lo mandé al correo del
concurso. Tan solo me respondieron con un “recibido”.
Pasaron algunas semanas antes de que
dijeran los resultados de quiénes habían pasado a la etapa final. Un día,
mientras recibía clases en la universidad, recibí la llamada. Me dijeron esto: ¡Había
quedado entre los finalistas! Y que
necesitaban darme más información de la siguiente etapa al día siguiente y
blablablá. ¡Qué maravilla! ¡Ya estaba entre los finalistas! ¡Y era la primera
vez que participaba en este tipo de cosas!
Cuando llegué a la reunión estaba muy
nerviosa, ahí conocí a los demás participantes. La encargada del concurso nos presentó
los parámetros de la siguiente fase y nos dijo que contábamos con $150.00 para
elaborar el artículo. Además, ellos nos darían la pintura u otro producto que llegáramos
a necesitar para la elaboración del proyecto. Para que quede claro: Sherwin Williams nos apadrinaba toditito.
A partir de ese día, teníamos dos semanas
para entregar el producto. ¡El tiempo era cortísimo! Y lo peor, yo nunca había
mandado a hacer algo. Durante esos días estuve averiguando talleres donde
mandar a hacer mi pieza, que era de metal. Intenté en varios lugares y me daban
respuesta como “No se lo podemos hacer”, “El chico encargado de esa área se
lastimó el brazo”, hasta llegar a lugares en que me daba mal espina en que no me
terminaran las cosas a tiempo. Muy decepcionada llegué al punto de resignarme y
decir: “Bueno, llegué a las finales… está bien”. Pero lo que yo quería era ver
mi luminaria ya hecha.
Casualmente esa semana, varias de mis compañeras
de mi carrera universitaria estaban entregando sus proyectos finales para una
materia de Diseño del Mueble. Una de ellas me comentó el lugar donde había
hecho su luminaria. Decidida por intentar una vez más fui a ver al lugar. Por
suerte el dueño del taller fue muy amable, se notaba que tenía experiencia
trabajando con el metal y prometió tenerme el proyecto para días antes de la
fecha de entrega.
Durante la fabricación visité mucho el
taller para ver el proceso, o para llevar la pintura, que fue otro aspecto
interesante de mi aprendizaje. Yo opté por pintar mi luminaria con pintura
automotriz por mi concepto, pero lo que no sabía es que para poder aplicar una
pintura como esas se lleva un gran procedimiento y varios tipos de productos.
Al cabo de unos días… ¡Mi luminaria estaba
terminada! ¡Me sentía muy feliz al ver realizado mi diseño!, Tal vez lo único
que lamento es la elección del metal como material base, porque la luminaria se
volvió muy pesada. El nombre con el que la bauticé fue HDR 2.0.
Al final no gané. Pero como experiencia para
proyectos futuros agradezco la oportunidad que Sherwin Williams nos dio. Este
tipo de iniciativas fomentan el diseño en el país y nos hace creer en nosotros
mismo. Al principio no siempre las cosas van a ser fáciles, pero con esmero y
dedicación todo se puede volver posible. Al tener la oportunidad de
experimentar nos vamos dando cuenta de que algunas decisiones que tomamos sobre
algo no fueron las más certeras. Aprender de nuestros errores es la clave para
seguir adelante y darnos cuenta de que existen varias soluciones para un
problema.
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